Tengo una costumbre cuando voy al cine: me quedo hasta el final de la proyección del film. Soy el único que queda en la sala hasta que acaban los títulos de crédito. Entiendo que la gente no lo haga, pero les tengo respeto y cariño. Las películas no las hacen cosas etéreas, como Universal, Paramount o Disney, las hacen muchas personas y en honor a ellos, me quedo hasta el final.

Como cinéfilo, tenía la curiosidad e inquietud de ver de cerca un rodaje. En Torredonjimeno, los cineastas J. M. Asensio y Carlos Aceituno iban a impartir un taller de cortometrajes organizado por el Área de Juventud del Ayuntamiento junto a Jaén Audiovisual, y no dudé un momento en apuntarme.

Fue un taller de unas doce horas teóricas y otras doce horas de prácticas. Las clases teóricas fueron muy amenas, y era habitual que todos los alumnos presentes las alargáramos como treinta minutos porque se creaba un debate interesante. Asensio se encargó de impartir las clases sobre guión y narrativa, mientras que Aceituno nos mostraba el apartado de dirección y rodaje.

Luego llegaron las clases prácticas, en las que elegimos uno de los guiones que se nos encargó escribir para llevarlo a cabo. Éramos un grupo de desconocidos pero colaboramos juntos para rodarlo como si fuésemos una pandilla de viejos colegas, y todos tuvimos uno o dos puestos en el rodaje, que fue un trabajo metódico y exigente, pero también divertido y gratificante.

Bajo la supervisión de Asensio y Aceituno, yo me encargué de la dirección y el trabajo de preproducción fue maravilloso. Había que pensar en los planos y que significasen algo para que estuvieran en concordancia con el guión, escrito por Miguel Ángel. Él y yo estuvimos revisando las localizaciones y luego llegó el rodaje en sí, al que Arturo y Juani vinieron equipados con bastante material técnico para encargarse de la imagen y el sonido, con la ayuda de Ángel.

Borja y José Carlos vigilaron la continuidad y las escenas dentro del coche fueron bastante divertidas. Para que no se nos viera en pantalla nos escondíamos en la parte trasera como si estuviésemos jugando una partida de tetris humano. Durante la escena del forcejeo hubo alguna caída aparatosa por parte de Gema, la cual salió ilesa, y debemos recordar que ningún miembro del equipo sufrió maltratos excepto su blusa. El rodaje acabó con el beso entre los actores principales: Alberto y Juani, el cual aplaudieron hasta los transeúntes de la calle.

Al final, todo nuestro trabajo se vio recompensado con una proyección del corto en Torredonjimeno, donde obtuvimos nuestros diplomas como alumnos del taller, y también en el canal de Jaén Audiovisual.

Hablando con mis, ahora excompañeros, se dan cuentan de lo laborioso que es hacer un cortometraje, y que hay mucha gente que realiza un trabajo duro, aparte de los actores y el director, porque sin ellos sería imposible imaginar y disfrutar las películas que vemos y nos emocionan. Por eso es importante que se realice esta clase de talleres, ya que nunca se sabe cuándo saldrá el próximo Tarkovski o Gil Parrondo. Y es que en Jaén hay mucho talento.

David Molada
Crítico de cine y alumno del taller